lunes, 24 de septiembre de 2012

L'amour est un oiseau rebelle. Partie 2

Horas pensando, mirando el atardecer. Mi gato y mi perro a mi lado, sin ninguna preocupación en su vida, no hay de que preocuparse. Cojo mi abrigo, unos jeans y mi cabello desarreglado como siempre, alistándome para caminar por la playa. 
Hace un poco de viento, la playa está desierta, la arena blanca en el frío no atrae a nadie, 4 muchachos juegan con sus cometas mientras su madre los llama para irse a casa. No hay preocupaciones en sus ojos, o eso es lo que veo. Pero ¿acaso no puedo analizarme a mi mismo? ¿acaso es natural tener tantas preocupaciones? ¿por que ella sigue en mi mente?. 
No la he llamado, tengo miedo, muchísimo miedo. Es un miedo irracional e ilógico, no tiene un origen ni tampoco un manual para acabar con él. Solo siento miedo, es como si mi alma tuviera miedo de ser prisionera de algo, de alguien. Es como si mi alma no quisiera volver a enamorarse.
Este tipo de miedo, es el origen de mis dudas, de la mayoría de ellas. Lo que no me deja ser libre de verdad. 

Me siento en la arena, son las seis de la tarde, aún hay sol y pocas son las aves que buscan comida en la playa, en el horizonte se divisa dos pequeñas embarcaciones alejándose poco a poco. Y un sol que cada vez se acerca a su sueño. Estas son cosas que siempre he apreciado. 

Llegando al muelle, diviso a una pareja con su perro caminando por el muelle, a sentir la brisa del mar. Ellos van contentos, mientras el  perro camina suavemente, oliendo, mirando a su alrededor.
Está situación me llamó muchísimo la atención, ellos podían ver el universo en los ojos del otro pero el perro no se limitaba a solo "enamorarse" de algo o alguien, el perro, al contrario, se enamoraba de todo a su alrededor, de lo más insignificante hasta el más bello atardecer. Lecciones de vida que no tomamos en cuenta, lecciones que solo pueden enseñarnos criaturas más evolucionadas que nosotros. 

La llamaré, hoy mismo. - le dije al mar, tratando de buscar una respuesta interior. El mar contesto, con olas y sonidos tranquilizantes, mientras acurrucaba al sol que daba inicio a la bella danza de la luna. 
Mi día a culminado, otro día de miedo pero hasta hoy, desde mañana, seré libre al fin. 


martes, 28 de agosto de 2012

L'amour est un oiseau rebelle. Partie 1

Tal vez no seamos nada, tal vez todos seamos los raros en esta vida y los misterios sean cosas que siempre hemos ignorado. Tal vez los árboles piensen, o tal vez los animales sean nuestra evolución. Tal vez ignoramos que somos el experimento de algún ser superior, o tal vez simplemente seamos un sueño.
Quizás nuestra realidad sea eso, un simple sueño. Y ¿como saberlo? ¿como saber que todo nuestro mundo y vida es un sueño? ¿como saber que estamos soñando pero no podemos despertar? ¿y si tal vez la muerte, no sea la muerte, sino el despertar?.
Maldita sea, todo es tan confuso, no puedo evitar pensar en esto mientras veo el mismo árbol, en el mismo parque y desde la misma hora. Era una rutina que no asesinaba, era una rutina que me gustaba.

Era un parque como cualquier otro, había césped y varios árboles, unas cuantas bancas y un lago artificial con un pequeño muelle para canoas en forma de cisne. Mi banca favorita estaba bajo la sombra de un pequeño árbol, al pie del lago con una vista en donde contrastaba un gran árbol con edificios a su alrededor. A esta hora las luces de los edificios juegan con las pequeñas olas que crean las máquinas de oxígeno, mientras pocas personas caminan por el parque, de una manera apurada, sin detenerse a contemplar las pequeñas bellezas que suele otorgar la vida en una ciudad.

Hace una semana, a esa misma hora, una joven de tez blanca, cabello castaño claro, ojos grandes pero de linda forma, se sentaba a observar, tal vez, el mismo panorama que yo tanto amaba. Su mirada se perdía entre las olas del lago, y yo me preguntaba si sentía lo mismo que yo, si pensaba lo mismo que yo, si amaba lo mismo que yo.

En mi cabeza nunca había girado tanto una persona, si me he enamorado, pero desde hace mucho tiempo había guardado mis sentimientos en un cajón y de alguna manera una completa extraña hacía sentir a mi alma en paz, debía hablarle.

¿Que carajo le digo? ¿Como me le acerco? ¿Y si se asusta?. ¡Maldición! no puedo creer que mi mente sea un cóctel de hormonas y pensamientos incoherentes. Me asusta la idea de que no sea lo que yo pienso, que no ame, ni sienta como yo y que esté completamente equivocado. El miedo comienza a invadirme mientras me veo en el espejo, mientras acomodo mi camisa y me peino. Tal vez no valga la pena hacerlo, tal vez sea mejor dejarla en el misterio de saber quien es y crear una realidad en donde sea la perfecta mujer inalcanzable para mi. Tanto viaja mi mente en pensamientos de rencor hacia el pasado y analiza los pro y contra de una nueva relación que, hace poco, sé que estoy en el parque, caminando hacia ella.

-Hola, mucho gusto, soy Claudio. Necesito conocerte- le dije mirándola a los ojos y sin pensar lo que hacía. De pronto mi mente comenzó los reproches hacia la gran estupidez que creía había cometido. ¿Que idiota se acerca y, en tono de obligación, le dice a una perfecta desconocida que "necesita conocerla"?.
-El gusto es mio, y yo también quería conocerte. No se si suene atrevido, pero te he observado mirar el lago con amor- me dijo con una sonrisa tímida en la cara.
-Me tengo que ir, le dejo mi número. No me llame por las mañanas- se despidió y se marcho, dejándome mudo y enamorado.

jueves, 9 de agosto de 2012

En la cima de la ciudad

Los lugares menos esperados suelen ser los más hermosos. Aquellos donde solo estas contigo mismo y escuchas los ruidos de la naturaleza. Donde vez la división de lo que eramos antes y lo que somos ahora. En esos lugares donde el tiempo ha hecho su trabajo pero también se ha paralizado como tomando un descanso para contemplar la belleza tras la puesta del sol.

Sentado en el techo, con una botella con agua, una guitarra y mi voz. No soy buen cantante, pero la guitarra soluciona la mayor parte del problema. Entre acordes y hermosas poesías de aquellas épocas donde una canción se sentía en el alma, pienso en ella, tal vez una ilusión o tal vez simplemente un gusto, pero en ese momento la mente no manda, en ese instante, la mente no sirve de nada y solo piensas con el corazón.

Al mirar al horizonte el sol se despide de mi, en sus últimos rayos hacia mí, mientras se esconde detrás de dos montañas en el horizonte y le da paso a la oscuridad. Comenzó el desfile de luces.
Los pequeños destellos que alejan la oscuridad de las personas, cada casa prende su lucero de esperanza y la penumbra queda marginada en aquellas esquinas oscuras. Y solo se mueven las luces de los carros en un tráfico infernal, acá no importa nada, solo disfrutar.

La oscuridad se da cuenta de mi presencia y me envuelve en sus redes, este es el anuncio de partida, pero el miedo a quedado olvido y sigo sentado pensando en cada una de las personas que viven en cada casa que mis ojos pueden divisar, un millar de personas, un millar de mundos diferente, un millar de sentimientos, un millar de pensamientos y muchos iguales, pero siguen siendo solitarios. Algunas viven sin pensar en eso, sin preguntarse "¿Existirá otra persona que piense, sienta o sufra lo mismo que yo?" para luego caer en la misma respuesta egoísta y vana de un "NO".
Mundos diferentes que muy pocos se encontraran, muy pocos se miraran a los ojos caminando por la calle y muchísimos pocos cruzaran palabras en toda su vida. Tal vez los hilos rojos estén y permanezcan tan tensos que nunca se unirán, tal vez mi hilo rojo esté en varias casas, tal vez nunca los conozca pero sabrá, en mi día de despedida, que fui parte de algo, aunque no me conozcan, me sentí parte de un mundo, de millares de mundos distintos.

domingo, 1 de julio de 2012

En una ciudad cerca del cielo.

“La belleza es tu cabeza, no tu ropa” leía en una puerta corrediza, mientras caminaba solo entre las calles de una ciudad escondida entre montañas. Hacía un frio paralizante, y una pequeña llovizna le daba un aspecto bello y sombrío a las piedras coloniales que revestían las calles.

 Pocos minutos antes, estaba sentado en un café leyendo “Te daré la Tierra” de Chufo Llorens, mientras veía de reojo a todas las personas que entraban en el café. Tal vez notaron que no era de ese lugar, que moría del frio y que mi cuerpo trataba de encontrar calor en el fondo de esa taza de café.

Cerré el libro y salí a caminar, muchas cosas en mi cabeza no me dejaban establecer con claridad donde debía dirigirme, tal vez sea al parque central pero no tengo ni la más mínima idea de donde queda.
Mis pies quieren descansar un poco, diviso un parque, la plaza central. En estos momentos me enoja estar solo, son esos días en los que no quieres pensar, pero lastimosamente estás solo y piensas. Mi mente era mi única compañera, mi libro se había acabado, aquel mundo donde viajé por unas semanas, había llegado a su fin. Era yo y el mundo real, el asqueroso mundo real.

 Aunque el paisaje era hermoso, no dejaba de pensar en una pequeña luz en la lejanía, una casita a unos metros de la cumbre de una montaña. Mi mente trató de adivinar que hacían aquella familia en esos momentos, si seguían despierto o dormían entre cobijas de lana para protegerse del frío. Me pregunté si en las mañanas tomaban una tasa de café como cualquier otra persona o quizás era té. En fin, envidié su casa, la ubicación de está y su vida. Sentado, con el libro en la mano, imaginé mi vida en aquella casa. Tal vez el porro de hace unos minutos comenzó hacerme efecto. Abrí los ojos y estaba ahí, mirando un techo de madera y sintiendo 4 cobijas de lana cubiertas por un edredón, un brazo abrazando mi abdomen y un aroma a rocío con vegetación. El susurro de los pájaros que revoloteaban entre los árboles de pino, un pequeño ladrido y un “Buenos días, amor” que me llenaba el corazón. Era tan perfecto, tan en calma. Imaginar aquella vista de algún nevado mientras preparabas el desayuno o simplemente la sensación de sentarte en una silla en tu portal, leyendo un libro con un magnífico paisaje lleno de montañas y nieve, The Beatles sonando en un pequeño radio, alejado de todo, solo los dos y la naturaleza.

 El pito de un carro me levantó de mi sueño profundo, aquella luz sigue prendida, esperando el nuevo amanecer para dejar de funcionar o tal vez iluminando a su dueño en esta noche fría. Es un camino largo hasta el hostal, pero voy tranquilo, otra noche está apunto de acabar y un nuevo día empezará.

jueves, 15 de marzo de 2012

Dejando atrás

Tenía 19 años, estudiaba en la universidad, buena familia, un carro y una vida normal para cualquier otro chico. Pero el no era cualquier otro chico.
Su alma era diferente, su mente era diferente, sus ansias de volar lejos de su circulo de confortabilidad eran cada vez más grandes. Solo quería huir de todo lo que el conocía como vida.

Lo había pensado desde hace mucho tiempo pero muchas razones lo detenían, se enamoró, pensó que sería para siempre, pero luego se dio cuenta de que no era el camino para él. Tenía miedo a la libertad, temía por su futuro o si tendría dinero para comer al día siguiente.

-Que más da chucha, sino me arriesgo, de viejo terminaré arrepentido de no haber hecho lo que yo quería- se dijo mientras se miraba la espejo.

Esa tarde, cogió una hoja de papel y escribió una pequeña nota de despedida a sus familiares.

"Los echaré de menos, han sido gran parte de mi vida y agradezco su manera de cuidarme, de enseñarme lo que es la vida y la libertad. Gracias por el esfuerzo que hicieron en mi crianza, pero no se aflijan ni martiricen por mi ida, han hecho bien, han criado a un hombre libre y sin miedo de ser quien en verdad quiera ser. Estaré bien, los quiero con toda mi alma. En mi mente siempre los llevaré".

Su mochila, su dinero, su pipa y un boleto en la mano. Así partio de su barrio, de sus calles, de su ciudad y de sus recuerdos.
Tenía miedo, paso por una ferretería y compro cemento de contacto, ya en la estación de buses interprovinciales, se encerró en el baño y comenzó a aspirar el cemento.

Poco a poco sentía como sus pulmones de llenaban de aire con un coctel de químico alucionantes, sus manos se hicieron mas ligeras, al igual que sus pies, su cara no sentí dolor y su boca esta adormecida. Sus parpados cayeron.

Drogado, medio adormecido camino hacia el bus que estaba a punto de salir. Se sentó y miró por la ventana, estaba todo oscuro y solo se veían las luces que dejaba atrás, aquella ciudad de buenos amigos, peleas, amores, desamores. Dejando atrás las luces de su barrio, los sabores de su tierra, se fue sin decirle adiós en la cara a nadie.

viernes, 27 de enero de 2012

Su cine amigo JJ

-Su cédula por favor- dijo una señora sentada en una silla un poco oxidada y con cara de no tener este tipo de negocios.
-Tenga señora, ¿donde compro el boleto?- Le dije con un tono de nerviosismo mientras mis dos amigos, Julian y Mayra, se reían de mi.

Me acerque al mostrador, y pedí tres boletos, cada uno valía 2 dolares, era el cien más barato al que había entrado. Aún no entiendo porque me dieron los boletos para luego quitármelos enteros y no darme nada para el recuerdo.
Entremos, era todo oscuro, parecía un hangar con techo de zinc, dos escaleras a los lados bloqueadas por una pared sin puerta en la mitad de la escalera, la cual no era impedimento para los usuarios que buscaban placer o un sitio para fumar una pistolita o inyectarse alguna sustancia.

Pensábamos donde nos íbamos a sentar, si nos dirigiríamos adelante o nos quedaríamos atrás. De la nada, un encargado los dijo que habían tres asientos libres, nos dirigimos hacia la mano alzada y para nuestra suerte eran en la ultima final, justo alado de la salida.

Era raro estar en un cine porno, siempre me había preguntado como sería estar en uno, me imaginaba maravillas o por lo menos algo decente, pero lo único decente que encontré en eso fue que me dejaron fumar un tabaco y las mujeres que salían en la película.
Era una porno común, un tipo con una casa inmensa, la tetona puta que no tiene casi nada de ropa y su voz que suplica sexo a gritos. Nada fuera de lo común.

Mi mente trataba de concentrarse en la película, evitar los olores a cloro -dudo que lo haya sido- y a orine que había en el ambiente. La mano de Mayra se puso detras de mi nuca y me acerco a ella, un beso salío, pero mis labios huían, era raro besar a alguien en un cine porno, con un tipo que no conocía alado mio y que miraba cada segundo su celular.
Alado de Julian estaba un chico, de unos 20 años, dormido, ebrio y con marcas de inyecciones en sus brazos, nos dio igual y tratamos de disfrutar la película.
-Dios, que rica que está esa man pero no se me para- le dije al oido a Mayra, no quería causar molestias a los otros usuarios.
-Jajaja a mi si me pone un poco excitada, pero aun así, no dejo de pensar en el lugar- me dijo y me pregunto que era l oque habia arriba.

Como les dije sobre las escaleras bloqueadas, llevaban a una zona alta que no teniamos la idea de lo que era, pero bajaban personas y subian mujeres y transexuales con traza de prostitutas.

El tipo alado mio trata de hacerme conversa, no había un tema pero siempre es bueno hacer amigos en cualquier sitio.
Pasaron 20 minutos, nos reiamos del ambiente y al fin logré darle un beso sin tener miedo de que la confundieran con prostituta o simplemente se masturbaran viendonos.

Era un hotel aquel cine, gente dormida, otros fumando -el olorcito dulce de la base es inconfundible- y otros, como dos tipos de adelante manoseandose.
Un gordo, con peinado "moderno", se lo mamaba a un negro alto que era empleado. Nunca me lo imaginé, porque se lo veía serio. Me acerque a Mayra y le dije
-Se embalo el maricón ese. Mira- mientras le hacía señas con la boca para no ser tan focote.
-Vesijueputa!- exclamo Mayra quien en ese instante se lo comentó a Julian.
Julian, medio dormido y aburrido por no sentir una erección muy necesaria en ese momento, se ergio y miraba como lo flautiaban al negro.
-Que asco, chucha!- dijo Julian, pero no desprendía su mirada de asombro.

El señor alado mio solo se reía y me comentaba que eso siempre pasa, terminé sin darle importancia, pero era una señal de que nos teniamos que ir.
Una ultima pitada al tabaco, el ultimo beso dentro del cine porno y nos paramos.

Al salir, la empleada se despidio de una manera gentil y nos recomendo regresar el día lunes al especial de rubias.
Al día siguiente nos enteramos que habían cerrado algunos cines porno.
Pero nosotros siempre recordaremos y honraremos al cine porno JJ.

martes, 17 de enero de 2012

El pescador

Son las 3:50 de la mañana, aún no sale el sol pero ya ha comenzado mi día de trabajo. Mis 4 hijos están dormidos y mi mujer un poco levantada se despide de mi, un beso en la frente, un "te amo" y vuelve a dormir. Abro la puerta y me dirijo a laburar.

Mi balsa me espera a la orilla del río, un remo viejo en su interior, mis redes y uno pequeño balde para poder mis refrigerios. Son mis únicos compañeros.
Algo que nunca he podido evitar es sentarme a la orilla del río y observar las olas, sentir la brisa en mi rostro, ver flotar la sombra de los lechugines y el reflejo de las lunes de Guayaquil sobre el río Guayas. Mientras mi mente se hunde en el río, un avión despega y su ruido me despierta, el sol ha salido casi del todo y es hora de lanzar mi balsa al río.

Es muy irónico que no sepa nadar, muchas veces me lo he preguntado, trabajo todo el día en el agua y no sé nadar, he tenido suerte cuando se ha virado mi balsa, he podido sostenerme de ella, pero no puedo negar que tengo miedo muchas veces.
Esto es un trabajo solitario, muy solitario, a la distancia lo único que escucharás son los pitos de los carros que circulan por el Malecón Simón Bolívar, y tu fieles compañeras son las pequeñas olas del río.

Lo más difícil es pescar solo, tienes que evitar que la corriente te arrastre hacia la orilla, luchar tu solo con los peces que tratan de huir de tu red al ser capturados, y en ese instante balancearse con tu balsa para que esta no se voltee. Mi padre me enseñó a pescar solo, obtengo más peces pero mi vida siempre está en peligro. Es mi familia la que tengo que alimentar. No me importa la soledad de cada mañana, es reconfortante ver sus caras de alegría.

Es una mañana lluviosa en Guayaquil, es el mejor momento para salir a pescar, los peces se agitan a la superficie atraídos por las gotas de lluvia. El malecón es hermoso cuando llueve, ver desde el río el cerro Santana siempre me ha gustado y mucho mejor cuando la lluvia torna un poco gris el paisaje de esta ciudad.
Hay pocas personas en el malecón y de estás unas dos o tres pueden observar como trabajo, pero a la larga solo dirán: "Pobre diablo, tiene que soportar todo eso para comer".

Espero que sea un buen día de pesca, espero sacar unos 50 dolares, pero me conformo con 30 dolares, con tal de poder alimentar a mi familia, pagar unas deudas de la cocina y poder tener para el resto de la semana.

No pido más, solo tener suficiente para llegar al siguiente día. Lanzo mis redes y espero. Son las diez de la mañana y el sol comienza a aparecer de nuevo, no me agrada esa idea, mi piel morena se quema más y más. Amo la lluvia y como hace resaltar a Guayaquil.

Mis redes comienzan a tirar de mi balsa, es hora de pescar, es Difícil mantenerte estable y luchar contra decenas de peces. He conseguido mi objetivo, hoy tendré que comer y me alegró.
Gracias a la virgencita y a Papito Dios podré dar de alimentar a mis hijos y a mi esposa.

No tendré mucho dinero, pero soy feliz. En mi casita humilde tengo el amor de mis hijos y mi esposa, nunca nos separaremos y aunque no tengamos tantos lujos como otros somos felices, ¿que más puedo pedir?.

lunes, 16 de enero de 2012

Anécdota de una pelea.

Me han partido la cabeza muchas veces, he partido cráneos varias veces. Mi vida está llena de violencia, no te lo puedo negar, pero es por defender en lo que creo.
Azul de corazón, llevo a Emelec tatuado en mi pecho y la Gloriosa Boca del Pozo en mi espalda, soy un maldito barra brava.

Da igual si me insulta la gente, soy un atorrante, me rapo la cabeza, soy skinhead y lo disfruto. Disfruto el buen vestir, la buena cerveza y la musica negra. Soy amante del jazz, reggae, ska, blues, rocksteady, entre otros. Para muchas personas soy culto, tengo mi profesión, toco un instrumento musical respetable -el violín y piano- además de tener un buen trabajo y codearme con la alta sociedad, pero los fines de semana soy un revoltoso.

Nací así, atorrante y vago, cada domingo iba al estadio apoyar a mi equipo, al Bombillo. No me importaba nada, no me importa si era el cumpleaños de mi madre, o el aniversario con mi novia, Emelec siempre estuvo primero.

Varias veces tuve peleas, varias veces me partieron la cara, otras yo partí y disfrutaba haciéndolo. No por sádico, sino por amor a esos colores, ese amor que mucha gente no entiende.
Es que para mi Emelec es como una mujer, me da felicidad y tristezas, y por ese equipo yo muero, por ese equipo yo mato.

Un día, caminando por las calles de Quito con mi grupo de la barra, un grupo de serranos liguistas nos quiso emboscar. Daba risa ver a niñatos todos flacos queriendo pelear, las bancas de un restaurante comenzaron a volar, y los guayacos que habían llegado alentar a su equipo, comenzaron a romper cabezas de serranos maricones.
Me toco con un tipo, de unos 23 años, yo tenía mis 17 años y estaba listo para mi primera pelea fuera de mi ciudad, debías pararte y luchar hasta el final, no podías correr ni mucho menos dejar que te roben tu camiseta, debías dejar tu vida en esa pelea.

Recuerdo que con mi mano derecha tomé una silla de aluminio, no estaban encadenadas a la mesa como en Guayaquil, y se la lancé a ese tipo, agacho la cabeza pero una pata le alcanzó a dar y su ceja comenzó a sangrar.
Miré y todo se paralizó, pero no podía pararme a pensar, eso te caga en una pelea. Así que levante mi pierna y de una patazo le partí la nariz y lo mandé al suelo, comencé a darle golpes pero reaccionó y de un golpe me tumbo, sentí mi labio hinchado, pero eso me dio más fuerzas.
Nos paramos, nos miramos a la cara de corriendo golpee mi cabeza sobre su estómago y lo choqué contra un carro, las alarmas comenzaron a sonar, los vidrios de los carros se comenzaron a partir y mis puños no podían dejar de golpear ese rostro ensangrentado, cuando cayo sentado al suelo lo único que puede hacer fue quitarle la camiseta, escupirle en la cara y largarme.

Los pacos llegaron la lugar y las motos atrás nuestro nos comenzaron a seguir, llegamos justo a la caminata hacia el estadio, nos mezclamos y no nos encontraron.

La adrenalina de ese día nunca la voy a olvidar, nunca pensé sentirme tan vivo y darme cuenta de que cuando te dan un puto golpe, cuando te parten la boca o destrozas tus nudillos en la cara de otra persona te sientes tan libre.

Y así, me volví adicto a la violencia, me volví adicto a alentar a mi equipo, y seguiré siendo un maldito, atorrante y violento barrista hasta el día que me muera.

Espasmos mentales.

Prendo, se consume y todo se acaba
Vuelo y no me encuentro
No soy yo, soy otro, pero soy yo
Desvarió como siempre, me confundo

Corro y me busco sin cesar
Escupo y me veo reflejado
¿tan poca importancia tengo?
Que bah! soy una escoria

Visto de traje y tengo sexo
Visto andrajoso y mi mano me da placer
¿Que hacer? NO LO SE

Prendo otro, aspiro el humo
Vuelo pero caigo.
No estoy muerto, pero si herido
La amé, ahora solo como mierda

Ya no me queda más, volver la triste realidad
un tiro en la cabeza lo solucionará
pero soy cobarde,
y seguir viviendo me toca.


PD: solo escribí, sin pensarlo ni buscar rimas.

domingo, 8 de enero de 2012

Viví como perro, y morí como tal.

Acá la vida es media facil, ¿sabes?. Puedes robar o trabajar de informal. Lo último no te lo recomiendo socio, existen esos perros ladrones llamados "Municipales" o más claro los "robaburros", te joden y te joden y no te dejan trabajar, y por eso muchos de nosotros nos dedicamos a robar. Es que tu sabes, uno es como la paloma y en vez de buscar otra manera de ganarse la vida, nos dedicamos a robar. Algo fácil.

Mi madre fue una tipa buena, me dio todo, pero nunca me cuido. Siempre estuvo ocupada en su trabajo, solo llegaba a cocinar y se iba de nuevo. No la culpo por mi mal, era una buena mujer, solo que muy cansada para cuidar o aconsejar a su hijo.
A mi padre lo conocí de lejos, siempre paraba con mujerzuelas, siempre andaba con pepas en la cabeza y su botella de puro en la mano. El, por mi barrio, era uno de los duros. Un día tuvo una pelea con dos pelados por la Pedro Pablo Gomez, casi llegando a la maternidad y lo mataron con un palo de chuzo. Esa es el arma guayaca por excelencia.
Y así, él nació como perro y murió como perro.

¿Mi infancia? Mi infancia fue un poco caótica, yo soy del Cerro del Carmen, eso es zona broder. Todos tienen fierro y tu caminas con miedo. Claro que jugaba con los panas del barrio, después del colegio cerrábamos una pequeña calle y nos poníamos a pelotear toda la tarde, hasta que nuestras madres nos llamaban porque ya estaba haciéndose de noche. Eran épocas muy lindas, de las que quisiera volver y nunca regresar. No había penas, ni preocupaciones, además no era polilla en esa época.
Bueno, en esa zona es mejor tener al diablo de amigo.
Yo acompañaba a mi vieja desde peladito los fines de semana a vender en la calle, eramos informales, un día un grupo de 4 municipales le robaron sus cosas, y ella por reclamar la empujaron, yo, como buen hijo y a mis 7 años, fui a pegarle al municipal, recibí un toletazo en la cabeza, me la abrió y desde ahí juré que nunca más volvería hacer humillado por alguno de esos hijos de puta.
También lavaba ropa los fines de semana, era una mujer trabajadora que nunca se imagino que su hijo iba a terminar así. Ella murió hace 4 años, gracias a Dios, no vivo para ver como esta su único hijo ahora. Lo que si me enseño es el temor a Dios, es al único que le tomo, y cada domingo estoy en misa, llueva o relampaguee, en misa de siete de la mañana estoy.

No estudié, la calle me enseño todo lo que yo quería. Trabajé solo con mi madre, y las malas amistades y las decisiones equivocadas me llevaron a consumir tolas. La droga siempre estará ahí, por más pacos o milicos que quieran acabarla nunca lo harán. La triki me cago loco.
Me junté con todos los fumones de mi barrio, los cuales también eran ladrones, y así aprendí el oficio.
Primero era arranchador, luego comencé a treparme en buses que subían al cerro para asaltarlos, era más fácil porque te metía entre los callejones y nadie te alcanzaba, además los pacos son unos vagos, todos gordos ni una cuadra pueden correr.

Poco a poco fue surgiendo en el "bisnes" como decía mi pana "El gringo" Johny, que en paz descanse. El fue mi maestro, mi primer fierro me lo regalo él, cuando tenía 14 años. Nunca me metí a pandillas, eso es para peladitos cagados queriendo hacerse los muy bravitos. Eso es de cojudos, solo me pelean a balazos, cuando se saquen la puta a puños les creeré bravos, pero cualquier pendejo coge una pistola y dispara.
Pero bueno, cuando comienzas a matar o a robar siempre tienes el miedo de que alguien te meta un tiro en la nuca y quedes tirado.

Y así mi llave, poco a poco comencé a robar, la gente cuando eres negro o cholo con cara ficha te ve con miedo, peor si tienes aretes, los ojos rojos o andas con gafas. Salía a robar por La Salle, por la calle Chimborazo o sino me iba al norte, como nadie me conocía allá era más fácil robar.
Siempre caían esos peladitos cagados aniñaditos con sus BlackBerry o sus teléfonos con pantalla táctil, eran los primeritos.
En el parque Centenario era más frió, pero tenías que estar con el ojo abierto porque los maricones que trabajan por ahí también son ladrones y si te les metes en su territorio te salen acuchillando. Son cosas serías esas locas.

Siempre he tenido mujeres, nunca he violado y nunca lo haré. Las tres cosas que nunca seré en mi vida es ser maricón, violador y barcelonista. Es que uno tiene hermanas y si algún pendejo viene hacerles huevadas, yo voy y le doy viré. Con la familia nadie se mete, solo uno.

¿Aprender hablar bonito? ja! este es el idioma de la calle, con esto intimidas. Todos me preguntan que hacía con las cosas que robaba. Pues fácil, iba donde la madrina y se los daba a cambio de unos paquetes, de ahí permanecía 4 o 5 días despierto, con pepas y triki en la cabeza, sin dejarme dormir y todo el día acelerado. También fue una buena época.
Y la madrina me daba una yapa a mi, es que yo me la comía a esa veterana. Uno hay que ser avispado en la vida, si eres medio pendejo te jodes y no ganas nada. Pero no puedo quejarme, culeaba rico la vieja esa.

He estado en cana varias veces, acá no me falta la comida y me conocen, así que tengo respeto de algunos, pero siempre hay peleas acá. Poder o porque les hice pendejadas en la calle, siempre tendré que estar mirando atrás y sé que en cualquier momento termino muerto, pero uno vivió así y tiene que pagar las consecuencias.
Yo no me arrepiento de nada, si me arrepintiera de algo sería un cojudo, he sido feliz, y también me he deprimido, pero igual sigo vivo y eso me hace feliz.
¿Como termine de nuevo acá? Pues, hace unos meses, le dí viré a un paco que se hacía el muy malo por mi barrio, quería sacar dinero a la gente que consumía por ahí, me arreché y ,como hicieron con mi padre, me lo enchuzé al serrano hijueputa ese.
Esto es Guayaquil, y si alguien te controla o te extorsiona debe de ser GUAYACO.

-Hora de salir al patio, desgraciados- gritó el guardia de la pocílga llamada penitenciaría.

Era una tarde de invierno, estaba garuando un poco y el suelo estaba chance mojado. Me dirigí con los guardías hacia la salida, sin antes despedirme de mi pana. Les dí las gracias por los minutos que me regalo y me dio un abrazo. Sentí que iba hacer el último.
Cuando estaba saliendo del patio, varios gritos se escucharon. Jorge "El Negro" Caicedo había sido asesinado, tres tipos lo acuchillaron por la espalda comprometiendo sus pulmones, hígado, riñones y finalmente murió.
Tal vez el quiso morí así. Y en sus palabras me refugio: "Vivió como perro, y murió como tal".

viernes, 6 de enero de 2012

En la calle

Antes no era así, nunca estaría tirado en la calle, pensando en mi pasado o lamentándome todo lo que perdí.
Antes era alguien importante, tenia dinero, varios autos, un trabajo bien remunerado, tenía a mi mujer, a mis hijos, a mis mosas, me codeaba con gente de la alta sociedad, viajaba todos los años por el mundo, me vestí muy bien.
¿Y ahora? estoy tirado en la esquina de la Av. Quito, consumo comida de los basureros, satisfago mis necesidades de amor con prostitutas de 6 dolares, algunas veces con transexuales, robo lo ajeno, mató por dinero, en fin, soy un escoria para la sociedad.

Camino demasiado y me echo donde sea, me dá igual la pena ajena pero gracias a eso puedo consumir mi vicio. Y bueno amigo mio, te cuento mi historia.

Tengo 42 años, era empresario, tenía una casa lujo, buenos carros y mi familia era hermosa. Cada semana me comía a una tipa diferente, pero no cualquier tipa, eran monumentos de mujer, de esos con los que los hombres tienen fantasías sexuales. Era digno de vivir, pero mi perdición fue por aquella mujer.

Me la presentaron en un cuarto de motel, después de tener sexo ella se sentó, abrí un pequeño relicario y la sacó, era blanca y en su cuerpo la hizo entrar. Luego seguí yo, algo extraño explotó en mi cabeza, mis ojos se abrieron y puede tener sexo toda la noche sin parar. Fue algo mágico que me colgué en ella.

Conocí más gente en ese mundo, cada fin de semana consumía y sentía su extraño placer, sentí como hacía el amor con mi cerebro y todo el poder que otorgaba a mi cuerpo.
¿Mi familia? Mi familia todo iba bien al principio, hasta que las cosas comenzaron a empeorar. Cada día tenia más ganas de probarla, la necesitaba. Sea el lugar que sea lo hacía, iba al baño o algún lugar alejado y la consumía. Mi mujer sospechaba, por que poco a poco mi sueldo se iba yendo al carajo, no podía pensar bien y comenzó la agresión en mi empleo.

Una noche, después de copas, sexo y cocaína llegue a mi casa. Mi mujer me esperaba sentada en la cama, ella tan hermosa como siempre, su cabello lacio y rubio como el sol, sus ojos cafés combinaban con la perfecta piel que tenía, sus pecas en hombros y cuello le daban un toque sensual irresistible, y la forma como caía su cabello en su frente me hacían amarla.

-¿Esta porquería es tuya- me dijo enseñándome un paquete.

Mi mundo se detuvo y comencé a recordar. Había guardado un paquete en mi ropero, no lo escondí, lo dejé encima. Ella lo encontró, paso toda la tarde llorando y entendió.
No le conteste, solo baje la cabeza y me dirigí al baño, necesitaba más.
Revisé mis bolsillos y no había nada más, ni para una sola línea, ella estaba atrás mio y me grito. Comenzó la discusión, los reclamos, mi cabeza no pudo más y la golpee. Si, allí en el suelo estaba la madre de mis hijos, la mujer que estuvo conmigo 15 años, la del vestido blanco en el altar, a la que amo, tirada en el suelo con su nariz sangrando y mis puños golpeándola.

A la mañana siguiente cogí mis maletas, un poco de dinero y me largué. Le dejé todo, no merecía nada de eso, todo era de ella y de mis hijos. No los volví a ver, no tenía el valor para decirles: "Hijos me voy, soy un adicto a la cocaína que casi asesina a su madre".

Poco a poco caí en otros vicios, las mujeres fáciles, las prostitutas y el alcohol fuerte se hicieron el pan de cada día, vendí mi ropa, me quedé sin lugar donde dormir, mis amigos se olvidaron de mi, las mujeres que me cogía me mirarían con desprecio y ahora obtengo placer de un prostituta 30 años mayor que yo.

Pero aquí estoy, con cicatrices en mi cuerpo de peleas, con el asqueroso recuerdo de una violación en la cárcel, fumando pasta base porque no tengo para cocaína, robando a quien sea, pero en algún rincón de esta asquerosa existencia existe un poco de felicidad.

No soy del agrado de nadie, pero eso me hace un poco feliz. Estar todo sucio, andrajoso y tener olor de vomito de días, me hace feliz. Me rió, casi nunca lloró y pues mi familia, mi familia está bien.
Mi mujer aún no se casa, aún me ama, y yo a ella. Mis hijos están por acabar el colegio, entrarán a la universidad, espero que no terminen como yo.
Todo va bien en mi vida, lo único que me la jode es esa puta enfermedad. Lo único que me la joda es no poder dejar de amar a la coca.

miércoles, 4 de enero de 2012

¿Porque escribo?

No soy un escritor, ni tampoco escribo tan bien. No uso términos complejos, mis metáforas algunas veces no me salen como quisiera, pero me vale.
Yo no escribo para agradarle a alguien, ni para enfadar a nadie.
Escribo porque se me da la gana, porque me desahogo insultando la asquerosa vida en Guayaquil, me desahogo alabando la maravillosa vida en Guayaquil.

Escribo porque amo la literatura, aunque aborrezco a muchos escritores. Escribo porque tengo muchas cosas que decir, porque no me interesa parecer intelectual ni crear un cuenta con varios personajes, el único personaje aquí soy yo, tal vez uno que otro imaginario, pero a la larga soy yo mismo.

Escribo porque me siento Dios moviendo a su antojo a los seres humanos, porque me siento Zeus con un rayo en la mano. Escribo para sentirme superior a los demás, pero me convierto cada vez más humilde que el resto.

Me produce asco escribir para llorar, no vengo con romanticismos pero me sale mi ternura. Es mi espacio y puedo insultar a quien sea, por eso escribo para sentirme poderoso pero a la vez vulnerable.

Escribo para que sepan lo que pienso, ya que en personas se evita muchos temas. Escribo porque sé lo que quiero, aunque tenga dudas.

En fin, escribo para compartir mis sentimientos, mi odio, mi amor y mi rabia.
ESCRIBO COMO YO QUIERA, DE LO QUE YO QUIERA PORQUE SE ME DA LA GANA Y ESO ME HACE LIBRE!

Lluvia

No sé porque razón la gente detesta la lluvia, es algo tan hermoso como para ser detestado.
Hoy, eran las 8:30 de la mañana, cuando subía un puente peatonal, distraído por el sonido de mi armónica no noté que estaba vacío, hasta que dí con un enorme charco de agua.
Al trata de esquivarlo, me dí cuenta del aspecto del norte cuando llueve. Los carros alborotados, la lluvia dando un aspecto tétrico y gris a la mañana, la gente cubriéndose con lo que se pueda.
Para mí era perfecto, era un sitio bello, aunque esté atestado de ruido y olor a carro.

Me paré y seguí observando, decidí poner algo de blues y comencé a pensar en todo lo que ocurre.
Cristina Kirchner será operada hoy, muchas personas mueren, otras nacen, es un sucio juego estúpido y yo el idiota que lo contempla desde un puente peatonal.

Pero algo bueno he de sacar de todo esto, algo bueno ha de venir después de pasar minutos en el puente, aguantar miradas de susto de las personas que piensan que soy un ladrón o que ando consumiendo algo.

Es raro, estoy rapado y ya no siento ese peso en mi cabeza, algo me hace pensar mejor. Y de la nada pienso nuevamente en mi futuro, caigo en ese pozo sin fin, donde mi libertad nació presa y la odio, la maldigo porque aun no consigue el valor para romper las cadenas.

Ya no me importa el dinero, tal vez si, solo para comer, todo vendrá en su debido tiempo, pero de que me servirá siendo infeliz. ¡DE NADA!
Tomo, como mía, algo que dijo Bukowski (no recuerdo muy bien como era): "Me dieron a elegir entre trabajar en la oficina de correos y poder comer o hacerme escritor y morir de hambre. Elegí morir de hambre".

Esta es una de mis pruebas, elegir lo que me da vida, tal vez pueda vivir de esto, y si tengo suerte saldré muy adelante. Pero aún así, tengo que seguir mis sueños, mis verdaderas pasiones.

Mucho sentimentalismo y problemas existenciales por la mañana, paré la música y comencé a fastidiar con la armónica, llegue a la estación de la metrovía para dirigirme a mi casa.

Al bajarme del alimentador, volvió la lluvia, me golpeo en la cara y me hizo pensar de nuevo: "¿Que le ve la gente de malo?".
Amó caminar bajo la lluvia, sentir el cabello húmedo y pensar en cada paso. Es algo que te da vida, te da razones para seguir, y sientes que todo esto no es un sueño, destrozas las dudas que te dio Descartes acerca de la realidad, porque la vives bajo la lluvia, porque sientes cada paso, cada gota, y eso te hace sentir que estás vivo.


PD: Si tocas la armónica en un puente peatonal, es normal que un par de señoras te den 25 ctvs.

lunes, 2 de enero de 2012

El limite

¿Te ha pasado que te tiras al suelo y te preguntas "¿Que eres?"?. ¿Has llegado al punto de deshumanizarte, destrozar y hundirte tanto de que no te consideras una personas, sino un objeto? ¿No?. !Bah! que diferentes somos.

Soy como cualquier otro, estudio y soy mantenido, tengo terror a mi futuro, tengo miedo a fracasar y decepcionar a los demás.
!Eso¡ tratar de no decepcionar a los demás me llevo a esto. Soy un asco, pero todos me adoran, todos esperan tanto de mi y yo construyo dos muros cada día, uno que me divide de mi verdadero yo, de mis verdaderas pasiones, y otro que nos divide a mi y a mi verdadero yo, de ese yo inventado para el mundo.

Soy una máscara, un juguete perverso de los deseos de los demás, siempre trato de evitar pensar en ello, siempre trato de olvidarme de lo que soy.

¿Por qué dudo?, porque soy humano. !SI¡ aún me queda una pequeña esencia de humanidad. Tal vez aún no este todo perdido.

¿Y como decirles? ¿Como decirles que esto no es lo que yo quiero? ¿Como decirles que estaba confundiendo el deseo ajeno por mi pasión personal? ¿Como decirles que amo la libertad, el arte, la cultura y la música? ¿Como decirles que me apasiona mostrar por una imagen, por un escrito o por una fotografía el sentimiento de rebeldía, pureza, nobleza, amor, odio y putrefacción que tiene esta sociedad? ¿Como decirles que no me apasiona manosear el cuerpo inerte de una personas? ¿Como decirles que confundí ese sentimiento de querer ayudar a otros como si fuera yo? ¿Como decirles todo eso?

!MI CABEZA ESTALLARÁ¡; estoy llorando, pero no de tristeza, sino de rabia y desprecio contra mi, contra ese monigote que cree.
No quiero fracasar, pero no quiero ser infeliz el resto de mi vida.

Y nuevamente me refugio entre el vino y el humo, entre el olor a químicos y la música.
Ya es hora, esto decide mi futuro, ser feliz y amar lo que hago, o vivir en un infierno eterno.