-Su cédula por favor- dijo una señora sentada en una silla un poco oxidada y con cara de no tener este tipo de negocios.
-Tenga señora, ¿donde compro el boleto?- Le dije con un tono de nerviosismo mientras mis dos amigos, Julian y Mayra, se reían de mi.
Me acerque al mostrador, y pedí tres boletos, cada uno valía 2 dolares, era el cien más barato al que había entrado. Aún no entiendo porque me dieron los boletos para luego quitármelos enteros y no darme nada para el recuerdo.
Entremos, era todo oscuro, parecía un hangar con techo de zinc, dos escaleras a los lados bloqueadas por una pared sin puerta en la mitad de la escalera, la cual no era impedimento para los usuarios que buscaban placer o un sitio para fumar una pistolita o inyectarse alguna sustancia.
Pensábamos donde nos íbamos a sentar, si nos dirigiríamos adelante o nos quedaríamos atrás. De la nada, un encargado los dijo que habían tres asientos libres, nos dirigimos hacia la mano alzada y para nuestra suerte eran en la ultima final, justo alado de la salida.
Era raro estar en un cine porno, siempre me había preguntado como sería estar en uno, me imaginaba maravillas o por lo menos algo decente, pero lo único decente que encontré en eso fue que me dejaron fumar un tabaco y las mujeres que salían en la película.
Era una porno común, un tipo con una casa inmensa, la tetona puta que no tiene casi nada de ropa y su voz que suplica sexo a gritos. Nada fuera de lo común.
Mi mente trataba de concentrarse en la película, evitar los olores a cloro -dudo que lo haya sido- y a orine que había en el ambiente. La mano de Mayra se puso detras de mi nuca y me acerco a ella, un beso salío, pero mis labios huían, era raro besar a alguien en un cine porno, con un tipo que no conocía alado mio y que miraba cada segundo su celular.
Alado de Julian estaba un chico, de unos 20 años, dormido, ebrio y con marcas de inyecciones en sus brazos, nos dio igual y tratamos de disfrutar la película.
-Dios, que rica que está esa man pero no se me para- le dije al oido a Mayra, no quería causar molestias a los otros usuarios.
-Jajaja a mi si me pone un poco excitada, pero aun así, no dejo de pensar en el lugar- me dijo y me pregunto que era l oque habia arriba.
Como les dije sobre las escaleras bloqueadas, llevaban a una zona alta que no teniamos la idea de lo que era, pero bajaban personas y subian mujeres y transexuales con traza de prostitutas.
El tipo alado mio trata de hacerme conversa, no había un tema pero siempre es bueno hacer amigos en cualquier sitio.
Pasaron 20 minutos, nos reiamos del ambiente y al fin logré darle un beso sin tener miedo de que la confundieran con prostituta o simplemente se masturbaran viendonos.
Era un hotel aquel cine, gente dormida, otros fumando -el olorcito dulce de la base es inconfundible- y otros, como dos tipos de adelante manoseandose.
Un gordo, con peinado "moderno", se lo mamaba a un negro alto que era empleado. Nunca me lo imaginé, porque se lo veía serio. Me acerque a Mayra y le dije
-Se embalo el maricón ese. Mira- mientras le hacía señas con la boca para no ser tan focote.
-Vesijueputa!- exclamo Mayra quien en ese instante se lo comentó a Julian.
Julian, medio dormido y aburrido por no sentir una erección muy necesaria en ese momento, se ergio y miraba como lo flautiaban al negro.
-Que asco, chucha!- dijo Julian, pero no desprendía su mirada de asombro.
El señor alado mio solo se reía y me comentaba que eso siempre pasa, terminé sin darle importancia, pero era una señal de que nos teniamos que ir.
Una ultima pitada al tabaco, el ultimo beso dentro del cine porno y nos paramos.
Al salir, la empleada se despidio de una manera gentil y nos recomendo regresar el día lunes al especial de rubias.
Al día siguiente nos enteramos que habían cerrado algunos cines porno.
Pero nosotros siempre recordaremos y honraremos al cine porno JJ.
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