viernes, 6 de enero de 2012

En la calle

Antes no era así, nunca estaría tirado en la calle, pensando en mi pasado o lamentándome todo lo que perdí.
Antes era alguien importante, tenia dinero, varios autos, un trabajo bien remunerado, tenía a mi mujer, a mis hijos, a mis mosas, me codeaba con gente de la alta sociedad, viajaba todos los años por el mundo, me vestí muy bien.
¿Y ahora? estoy tirado en la esquina de la Av. Quito, consumo comida de los basureros, satisfago mis necesidades de amor con prostitutas de 6 dolares, algunas veces con transexuales, robo lo ajeno, mató por dinero, en fin, soy un escoria para la sociedad.

Camino demasiado y me echo donde sea, me dá igual la pena ajena pero gracias a eso puedo consumir mi vicio. Y bueno amigo mio, te cuento mi historia.

Tengo 42 años, era empresario, tenía una casa lujo, buenos carros y mi familia era hermosa. Cada semana me comía a una tipa diferente, pero no cualquier tipa, eran monumentos de mujer, de esos con los que los hombres tienen fantasías sexuales. Era digno de vivir, pero mi perdición fue por aquella mujer.

Me la presentaron en un cuarto de motel, después de tener sexo ella se sentó, abrí un pequeño relicario y la sacó, era blanca y en su cuerpo la hizo entrar. Luego seguí yo, algo extraño explotó en mi cabeza, mis ojos se abrieron y puede tener sexo toda la noche sin parar. Fue algo mágico que me colgué en ella.

Conocí más gente en ese mundo, cada fin de semana consumía y sentía su extraño placer, sentí como hacía el amor con mi cerebro y todo el poder que otorgaba a mi cuerpo.
¿Mi familia? Mi familia todo iba bien al principio, hasta que las cosas comenzaron a empeorar. Cada día tenia más ganas de probarla, la necesitaba. Sea el lugar que sea lo hacía, iba al baño o algún lugar alejado y la consumía. Mi mujer sospechaba, por que poco a poco mi sueldo se iba yendo al carajo, no podía pensar bien y comenzó la agresión en mi empleo.

Una noche, después de copas, sexo y cocaína llegue a mi casa. Mi mujer me esperaba sentada en la cama, ella tan hermosa como siempre, su cabello lacio y rubio como el sol, sus ojos cafés combinaban con la perfecta piel que tenía, sus pecas en hombros y cuello le daban un toque sensual irresistible, y la forma como caía su cabello en su frente me hacían amarla.

-¿Esta porquería es tuya- me dijo enseñándome un paquete.

Mi mundo se detuvo y comencé a recordar. Había guardado un paquete en mi ropero, no lo escondí, lo dejé encima. Ella lo encontró, paso toda la tarde llorando y entendió.
No le conteste, solo baje la cabeza y me dirigí al baño, necesitaba más.
Revisé mis bolsillos y no había nada más, ni para una sola línea, ella estaba atrás mio y me grito. Comenzó la discusión, los reclamos, mi cabeza no pudo más y la golpee. Si, allí en el suelo estaba la madre de mis hijos, la mujer que estuvo conmigo 15 años, la del vestido blanco en el altar, a la que amo, tirada en el suelo con su nariz sangrando y mis puños golpeándola.

A la mañana siguiente cogí mis maletas, un poco de dinero y me largué. Le dejé todo, no merecía nada de eso, todo era de ella y de mis hijos. No los volví a ver, no tenía el valor para decirles: "Hijos me voy, soy un adicto a la cocaína que casi asesina a su madre".

Poco a poco caí en otros vicios, las mujeres fáciles, las prostitutas y el alcohol fuerte se hicieron el pan de cada día, vendí mi ropa, me quedé sin lugar donde dormir, mis amigos se olvidaron de mi, las mujeres que me cogía me mirarían con desprecio y ahora obtengo placer de un prostituta 30 años mayor que yo.

Pero aquí estoy, con cicatrices en mi cuerpo de peleas, con el asqueroso recuerdo de una violación en la cárcel, fumando pasta base porque no tengo para cocaína, robando a quien sea, pero en algún rincón de esta asquerosa existencia existe un poco de felicidad.

No soy del agrado de nadie, pero eso me hace un poco feliz. Estar todo sucio, andrajoso y tener olor de vomito de días, me hace feliz. Me rió, casi nunca lloró y pues mi familia, mi familia está bien.
Mi mujer aún no se casa, aún me ama, y yo a ella. Mis hijos están por acabar el colegio, entrarán a la universidad, espero que no terminen como yo.
Todo va bien en mi vida, lo único que me la jode es esa puta enfermedad. Lo único que me la joda es no poder dejar de amar a la coca.

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