Pateando piedras, botellas y alimañas, camina sin rumbo fijo.
Cabello largo, cuerpo desgastado, un chaleco de cuero y jeans apretados.
Sus zapatos no dan para más, pero son los únicos compañeros que le quedan, guardan la memoria de cada paso que dio.
Otro acento, no es de aqui, no tiene rumbo fijo, y no quiero marcar un rumbo.
Su cabeza está sangrando, su dedo igual, fue asaltado en un país que no es el suyo, en una tierra que no es la suya.
Buscando en la basura algo que comer, pidiendo a los extraños un poco de fuego para su cigarro, y pensando como recuperar su dinero.
En sus espaldas está su casa, su vida, su identidad. En mi cabeza está su destino y su corazón, su corazón es el mundo.
Conocí muchas personas, vivió muchos peligros, sintió tranquilidad que pocos de los que vivimos en la ciudad sentiremos alguna vez. Su país es todo lugar donde sus pies lo puedan llevar.
Me le acerqué y le pregunté: "Broder, estás sangrando ¿te encuentras bien?".
Con una sonrisa me respondió:
- Si, no te preocupes, pero ¿donde queda un hospital?
- Pues sigue recto, no, mejor te acompaño- le respondí.
Confió en mi y camino a mi lado. Su mirada se veía cansada y su respirar era de una persona decepcionada y temerosa de su futuro.
- ¿Que te ha pasado? - Le pregunté con una voz condescendiente.
- Nada che, me han asaltado en las Peñas, se han llevado la mayoría de mis herramientas y ahora no se como voy a laburar.
Me sentí culpable y avergonzado por que le robaron en mi ciudad, pero ¿de que estar avergonzado? Guayaquil siempre ha sido así, ni con los asesinos policías de Nebot en los tiempos de León Febres Cordero -que en su tumba se revuelque, viejo cabrón- ni con Más Seguridad, siempre ha sido insegura y siempre lo será.
- ¿De donde eres? - le pregunté, un poco nervioso.
- Soy de Salta - me respondió mientras pedía fuego a un desconocido para encender dos cigarros. Me dio uno y me sonrió.
- ¿Y como así por estos lares?
- Decidí viajar por todo latino américa como muchas personas, tal vez siguiendo los pasos del Che- de una manera sarcástica me dijo el nombre del Che, no era comunista, por lo menos no tendría una discusión política.
- Jajaja ¿desde cuando viajas y como comenzó todo?, eso ha sido uno de mis sueños, viajar por todo el mundo.- le respondí y mi mente voló a esos años en los que decidí seguir mis sueños.
- Llevo viajando desde el 2006, comencé en Salta y recorrí toda Argentina y tuve la suerte de conocer la Patagonia y las Malvinas Argentinas.
- ¿Como comenzó todo?- se hizo una pregunta a si mismo, como despertando sus memorias del sueño en el que estaban.
- Pues un día me levanté y decidí que quería, de alguna manera, ser millonario-
- ¿Millonario? ¿en que sentido? ¿con dinero?- le respondí totalmente confundido.
- No, para nada. Millonario en anécdotas, millonario en conocimientos y en paz. El dinero no te importa cuando conoces a muchas personas, cuando el contacto humano queda ausente por días, el dinero no sirve.
Mira, cada lugar tiene algo nuevo, cada persona es distinta y entablar una conversación con ellos es algo hermoso, algo tan único que el dinero no lo puede comprar.
Poder viajar, sin pensar en cuanto gastarás o si te alcanzará es la verdadera libertad, sentir la brisa del mar en tu rostro, sin preocupaciones, o ver en la distancia la neblina y las montañas, mientras el frió te abraza como si fuera tu esposa, es algo espiritual, que roza el erotismo en ciertas ocasiones.
Eso, cada una de esas experiencias, me hacen millonario a mi manera, y con ellos conseguí paz interior y, gracias a la pacha mama podré descansar en paz. Y espero que mis cenizas sean depositadas en el mar, y poder seguir, después de muerto, mi recorrido.
El cigarro se había consumido y estábamos en el hospital. Me estrecho la mano y me dijo:
- Un gusto conocerte pibe, y recuerda, nunca dejes atrás tus sueños, porque serán los únicos que te queden cuando nadie más esté contigo.
Me alejé, mientras en el silencio del hospital, él entraba.
* Dedicado aquel solitario del cual nunca sabré más. Gracias.
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